Alexis Pardillos.
Fuente: Nature, Scientific American.
Aproximadamente, entre el 2% y el 4% de los genes de los actuales humanos, exceptuando a los africanos, corresponden al legado genético que en nosotros dejaron lo neandertales (Homo Neanderthalensis) como consecuencia del cruce de éste con nuestra especie hasta en dos ocasiones, hechos que se estimaba sucedieron hace entre unos 80.000 y 50.000 años, una vez que la especie Sapiens había salido de África. Dichas estimaciones fueron realizadas en el año 2010 por Svante Pääbo y su equipo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Lepzig, Alemania, cuando demostraron aquellos porcentajes sobre estudios genéticos en casi 2000 personas de todo el mundo y a través de, por primera vez, la secuenciación del genoma del Neandertal.
Foto: Estudio Israel Hershkovitz y otros.
Pues bien, muy recientemente, a finales de enero de este mismo año, la revista Nature publicaba la noticia de un sorprendente hallazgo en Israel, los restos de un cráneo de unos 55.000 años perteneciente a un homo sapiens que vivió en un lugar y en un tiempo en los que el neandertal ya habitaba, cazaba y merodeaba durante milenios. Esto es, si bien en la cueva donde fue hallado el resto óseo, llamada de Manot, una gruta Kárstica en la Galilea Occidental, no se halló ningún resto neandertal, en otras cuevas de los alrededores, las de Amud, a 40 kms. al SE y las de Kebara, a 54 kms. al S, si se ha constatado, a través de la evidencia fósil, la presencia y morada de aquellos en esos mismos tiempos. De este modo no solo habría muchas probabilidades, sino que el estudio del equipo codirigido por el científico Israel Hershkovitz evidencia que nuestra especie convivió con aquellos neandertales pues compartieron durante milenios habitat y entorno de caza, manejando incluso la posibilidad de que, o aquel cráneo perteneció a un/a homo sapiens que pudo hibridarse con algún individuo neandertal (no se conoce hasta la fecha el sexo del individuo al que pertenecía el cráneo aunque sí que tenía unos 20 años) o que incluso éste fuera fruto de aquella hibridación.
No obstante, fuera donde fuese, aquella hibridación no fue negativa para aquellos primeros hombres modernos, no envileció la especie humana si no que, tal y como propuso un estudio de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, al contrario, fortaleció nuestro sistema inmunológico introduciendo nuevas variantes de genes, entre ellos los HLA, que pasaron a reconocer y detruir los nuevos patógenos con una variabilidad y flexibilidad tal y como requería la rápida evolución de los propios virus. Es por aquellos antígenos generados en todos los descendientes de aquella mezcla que, por ejemplo, podemos reponernos rapidamente de un catarro, gozando, en general la especie humana, de un excelente sistema inmunológico.
La cueva de Manot, a 220 metros sobre el nivel del mar, fue descubierta en 2008 cuando una excavadora limpiaba el terreno y resultó albergar en su interior un paraiso para los paleontólogos y antropólogos, un tesoro que llevaba sellado alrededor de 15.000 años. El interior de la gruta, con una longitud de 80 y una anchura de entre 10 y 25 metros, parece que fue ocupado durante el Paleolítico Inferior y el Paleolítico Medio. Los primeros en explorar la cueva, un grupo de espeleólogos aficionados, hallaron sobre una cornisa de la gruta la parte superior de ese cráneo sobre el que posteriormente investigadores, y através de pruebas de uranio radiactivo, determinaron su edad en 55.000 años. En sucesivas campañas de excavación se ha obtenido abundante material como restos de animales y utensilios no descartando encontrar en un futuro más restos óseos sobre lo que sí sea posible realizar un análisis de ADN, dado que las condiciones en que se conservaron los restos de este primer cráneo hallado imposibiltan, según la opinión más realista de los entendidos, la existencia de materia con la que poder realizar dicha analítica.
El hallazgo dará mucho que investigar a los expertos y curiosos pues se trata de una pieza dentro de un entorno excepcionalmente importante que constata la convivencia de la especie humana con la especie neandertal en Oriente Medio, llenando así un vacio importante en el registro fósil del Homo sapiens en su travesía de Africa a Europa.
La noticia es de hace ya algo más de un mes, antes de la aparición de esta web, pero dada su gran relevancia y cercanía, Enésima Centuria, no ha podido obviar su publicación.
La noticia es de hace ya algo más de un mes, antes de la aparición de esta web, pero dada su gran relevancia y cercanía, Enésima Centuria, no ha podido obviar su publicación.
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