Alexis Pardillos
Eclipse parcial, 9 minutos después de su comienzo / Foto: A. Pardillos
Ansiaba el momento de que llegara
el eclipse. Una vez más íbamos a poder admirar uno de esos fenómenos de la
naturaleza que impresionan nuestra existencia y que, de algún modo,
empequeñecen aun más al ser humano, inmerso, como una mota de polvo, en el más absoluto y profundo espacio cósmico.
Los eclipses de luna se originan por un fenómeno que se produce cuando la Tierra se interpone entre el Sol y la Luna. Para que este hecho suceda tienen que estar los tres astros alineados, o muy cerca a estarlo, Sol, Tierra y Luna, de otro modo no se bloquearían los rayos solares que llegan a nuestro querido satélite. Este tipo de alineación de tres astros se denomina, en astronomía, sicigia.
Esquema eclipse lunar / Imagen: BBC
Además, en esta última ocasión, el
eclipse se producía cuando la luna se encontraba en su perigeo, es decir, en su
punto más cercano a nuestro planeta, dentro de su elipsoidal órbita a nuestro
alrededor, y en una impresionante fase de luna llena, cuya visión, por si sola,
merece el nombre de Superluna que, allá por los años 80, el astrólogo Richar Dolle, adjudicó a este fenómeno. Es en este momento cuando la distancia del satélite a nuestro planeta alcanza los 384.500 kms.
Superluna del 28/09/2015, 00:49 h. U.T. (Universal Time) iniciado eclipse penumbral
Foto: A. Pardillos
Foto: A. Pardillos
Y no es muy común que suceda un
eclipse lunar con esta Superluna. Desde 1910 se ha producido este acontecimiento solo en seis
ocasiones, en ese mismo año 1910, en 1928, 1946, 1964, 1982 y este de septiembre de
2015. Es decir seis veces en ciento cinco años.
Imagino que no sería el único impaciente por la llegada de esta proeza, que en sí misma, llevaba marcada la señal del misterio y la profecía. Este eclipse, el cuarto de la saga, venía a finalizar la denominada Tétrada de las Lunas de Sangre, cuarteto de eclipses lunares, de características similares a este último que se incluye entre los cuatro, que se han venido producir en los dos últimos años, de este modo:
1º 15 de abril de 2014
2º 8 de octubre de 2014
3º 4 de abril de 2015
4º 28 de septiembre de 2015
Al no caer los rayos del sol
directamente sobre la luna, su superficie se ve iluminada por rayos más leves
reflejados por la atmósfera terrestre.
La luz azul se dispersa en la
atmósfera y la roja se curva alrededor de la superficie terrestre e ilumina
nuestro satélite, quedando ensombrecido éste por un manto de color rojizo, por
lo que el fenómeno recibe el inquietante nombre de Luna de Sangre.
Los eclipses se suceden dentro de periodos astronómicos denominados saros. Un saro corresponde a 223 ciclos lunares o, lo que es lo mismo, a aproximadamente 18 años y 10 días. Sorprendentemente, y he ahí la inmensa y mágica matemática del Universo, dentro de un saro se suceden siempre y aproximadamente el mismo número de eclipses, tanto de luna, como de sol. Así pues, dentro de este espacio de tiempo cósmico se producen un total de 84 eclipses, 42 solares y 42 lunares, de media, durante 54 años, aunque las irregularidades del movimiento de la orbita lunar propicie variaciones fuera de ese periodo, pudiendo existir saros ricos, de 94 eclipses, o saros pobres, de 78. En la actualidad nos encontramos en el Saro 137 y este eclipse ha sido el 28 de los 81 que se prevén para el mismo.
Los eclipses se suceden dentro de periodos astronómicos denominados saros. Un saro corresponde a 223 ciclos lunares o, lo que es lo mismo, a aproximadamente 18 años y 10 días. Sorprendentemente, y he ahí la inmensa y mágica matemática del Universo, dentro de un saro se suceden siempre y aproximadamente el mismo número de eclipses, tanto de luna, como de sol. Así pues, dentro de este espacio de tiempo cósmico se producen un total de 84 eclipses, 42 solares y 42 lunares, de media, durante 54 años, aunque las irregularidades del movimiento de la orbita lunar propicie variaciones fuera de ese periodo, pudiendo existir saros ricos, de 94 eclipses, o saros pobres, de 78. En la actualidad nos encontramos en el Saro 137 y este eclipse ha sido el 28 de los 81 que se prevén para el mismo.
Ya era la madrugada del lunes 28
de septiembre de 2015. A medida que había ido pasando la tarde del domingo, el cielo se había ido despejando de todos esas nubes y claros que nos habían acompañado desde por la mañana en Rivas-Vaciamadrid, Madrid, España.
La previsión del Real Instituto y
Observatorio de la Marina en San Fernando, establecía el siguiente horario para
la efeméride, en U.T. (Universal Time),
A parte del maravilloso
espectáculo que el evento iba a propiciar a nuestras retinas y a nuestro
espíritu, debía intentar dejar plasmado el mismo, habiendo para ello ideado en
el pasado un pequeño ingenio con gomas que permite adaptar el móvil a mis
prismáticos 15x70, y que en esta ocasión, iba a poner a prueba con un acontecimiento
astronómico de estas características. El resultado, mientras la capacidad del aparato
fue correcta, fue bastante positivo, como podrán comprobar, debiendo matizar que casi todas las
imágenes han sido retocadas, en cierta forma, y las dos últimas son un diseño
de composiciones por capas, aunque con las sombras reales por supuesto, ya que
la calidad de la cámara del móvil comenzaba a fallar a medida que la luminosidad
de la esfera lunar se iba reduciendo.
Imagen a la 1:03 h. U.T. , poco antes del comienzo de la fase parcial
Foto: A. Pardillos
Foto: A. Pardillos
Imagen a la 1:11 h. U.T. comenzada la fase parcial
Foto: A. Pardillos
Foto: A. Pardillos
Imagen a la 1:15 h. U.T. / Foto: A. Pardillos
Imagen a la 1:35 h. U.T. Composición por capas / A. Pardillos
Imagen a la 1:38 h. U.T. Composición por capas / A. Pardillos
Hasta aquí alcancé a retratar con mi móvil esta efeméride astronómica. Como decía, a medida que la luz se reducía comenzaba el aparato a presentar problemas, llegando, a partir del momento en que estaba la sombra por la mitad de la superficie lunar, a disminuir inmensamente la imagen que se obtenía ampliada desde los prismáticos. Sin duda alguna un problema en la configuración óptica de la cámara.
No obstante, hasta ese momento, el resultado me parece fantástico, para los medios disponibles. Un auténtico digiscoping lunar.
Poco a poco la sombra iba inundando la superficie de nuestro satélite, hasta, aproximadamente a las 4.11 h. peninsular, quedar completamente cubierto por un manto oscuro, pero que dejaba perfilar en su seno los detalles de aquella cercana Superluna.
La noche quedó ciertamente lúgubre, extraña, envuelta en un halo de misterio y desazón, por el desconcertante presagio que el eclipse arrastraba, que dejaba la atmósfera impregnada en un mágico tono carmín.
El evento pudo ser observado en todo el continente americano, Europa, África, el Oeste de Asia y el este del Pacífico.
Mapa de visibilidad del eclipse proporcionado por el Observatorio de San Fernando
Y ahí queda, en nuestra memoria, en nuestro recuerdo, esta noche que fue mágica, y que quedó ensombrecida por el emocionante efecto cósmico y lumínico de nuestro planeta interfiriendo los destellos estelares del Sol, robándole la luz a nuestra pequeña compañera Luna.
Parece que no será hasta el año 2.033 cuando podamos observar un fenómeno de las mismas características, con una Superluna. Aunque solo será visible en algunas zonas del Pacífico. Así pues, hemos cumplido nuestro objetivo. O quizás, por aquellos tiempos, ya próximos a la jubilación, nos hallemos por aquellos lares, realizando prospecciones para aquellos años venideros y gozosos de nuestra vida.
Espero que todos podamos llegar a vivirlo.