Alexis Pardillos.
Fuente: SINC
Y de las más recientes noticias
del más lejano de los planetas del sistema solar, Plutón, de este mismo mes de julio, pasamos a la
actualización de los datos sobre el más cercano de aquellos al Sol, Mercurio, cuya superficie
ha podido ser estudiada más en profundidad por expertos a través de las
imágenes enviadas por la sonda MESSENGER.
La sonda de la NASA, que el pasado 30
de abril de 2015, tras más de diez años de vuelo interplanetario, concluía su
vida útil, era colisionada contra la superficie de aquel, un extraño planeta aun
para nosotros, al menos hasta ahora.
Investigadores de la Universidad
Politécnica de Madrid (UPM) y del Instituto de Geociencias de la Universidad Complutense
de Madrid (UCM), revelan que, tras aquella superficie de roca gris salpicada de
cráteres que siempre nos ofrecieron las imágenes de sondas y telescopios, existen
gran variedad de estructuras geológicas.
En concreto, el equipo, encabezado por
la geóloga del Instituto de Geociencias (CSIC-UCM), Valle López, ha estudiado
la formación de una llanura volcánica de una cuenca de impacto localizada en la
zona ecuatorial del planeta.
Y tal y como explica aquella
geóloga para SINC: “La gran mayoría de estructuras geológicas que aparecen en Mercurio
se han originado por compresión, cuando la corteza ha sido comprimida por fuerzas
tectónicas hasta romperla y montar unas rocas sobre otras.”
El planeta, el más cercano al
Sol, a unos 58 millones de kms. de éste, tiene un diámetro aproximado de unos
4.878 kms. Es el más pequeño del sistema solar, tras en 2006 excluir, la Unión
Astronómica Internacional, a Plutón, al considerarlo planeta enano. Su periodo
de rotación es de 58 días y 16 horas terrestres y el de traslación de 87 días y
23 horas.
Ser el planeta más cercano al Sol otorga a Mercurio unas temperaturas insoportables con una enorme variación entre el lado iluminado y el lado oscuro. Así, se deben alcanzar, sobre el terreno, en torno a unos 430º C en la superficie iluminada y unos -180º C en la parte oscurecida.
Y parece que aquellas fuerzas tectónicas que comprimieron la corteza de Mercurio se
originaron a la vez que el planeta empezó a enfriarse.
NASA: Imágen del área de Mercurio donde posteriormente impactó la sonda MESSENGER
Pero las conclusiones del estudio van más allá y determinan dos fases, desarrolladas en diferentes eras geológicas y bajo diferentes condiciones y constantes físicas, en la deformación de aquellas cavidades rocosas en la llanura volcánica objeto del estudio.
La primera fase tectónica, la más
antigua en el tiempo, presenta una orientación Noreste-Suroeste, con crestas
bajas y próximas entre sí, mientras que la fase más moderna se caracteriza por una
orientación Noroeste-Sureste, con mayores estructuras y más separadas entre ellas.
“Estas diferencias reflejan un
cambio en la orientación de los esfuerzos tectónicos que han deformado la cuenca
de impacto, además de otros cambios como el progresivo enfriamiento de la
corteza de mercurio”, añadió, para SINC, la doctora en Geología que encabeza el estudio de reciente publicación en la revista Icarus.
Además este cambió de constantes
en el estado del planeta compagina con la gran cantidad de impactos de
asteroides, a los que a lo largo de los tiempos, al igual que la Tierra, se ha
hallado sometido el planeta.
No obstante, en nuestro planeta
no se localizan excesivos indicios de ese bombardeo incesante de cuerpos
celestes porque existe un mecanismo de “reciclaje”
de la tectónica de placas sobre nuestra corteza.
Sonda MESSENGER sobrevolando Mercurio: Recreación NASA
La labor de la sonda "MESSENGER" que, tras sobrevolar la Tierra y Venus, acabó orbitando sobre Mercurio, ha sido fundamental para el desarrollo de estudios como el que ahora se presenta. Junto con su hermana, la sonda “NEW HORIZONS”, también de la NASA, han alcanzado un valor como herramientas de la Humanidad, único y venerable, con un impacto y un enriquecimiento sobre el conocimiento de carácter Universal.
Todo ello rematado, como no, con la interpretación de aquellos datos
enviados por las sondas en estudios fascinantes realizados por investigadores
que, como este gran equipo de españoles, aportan
todo su conocimiento y dedicación allá donde sea necesario, incluso en lo más
profundo de nuestro sistema planetario, valga también para ellos, por supuesto, una cósmica
y calurosa felicitación.
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