martes, 20 de octubre de 2015

El Homo sapiens llegó a Asia antes de lo pensado

ENÉSIMAS NUEVAS
Alexis Pardillos
Fuente: Nature, SINC

 Mapa de ubicación mundial del hallazgo en Daoxian

Se suponía que el  Homo sapiens había emigrado desde África hasta Asia Oriental hacía entre unos 40.000 y 60.000 años. Estas eran las estimaciones en función de que los restos humanos más antiguos  hallados en aquellas latitudes no superaban los 45.000 años.
Recientemente, un grupo internacional de arqueólogos ha descubierto en la cueva de Fuyan, en Daoxian, al Sur de China, un conjunto de 47 dientes, pertenecientes a Homo sapiens, con una antigüedad de entre 80.000 y 120.000 años, lo cual adelantaría en unos 20.000 años la llegada de nuestros primeros ancestros al continente asiático.

Parte de los 47 dientes encontrados en China. Foto: S. Xing X-J. Wu 
Los dientes, que son algo más pequeños que los encontrados en yacimientos de África, Europa y otras partes de Asia,  evidencian que ya el hombre había llegado a esos confines asiáticos entre 30.000 y 70.000 años antes que al continente europeo. Pero, ¿qué fue lo que impidió o retuvo la expansión de aquellos primeros hombres hacia latitudes más occidentales? El Homo sapiens no llegó a Europa hasta hace entre unos 40.000 a 60.000 años.
Es posible, como barajan algunas hipótesis, que fuera el neandertal el que durante tantos años y hasta su decadencia, defendió a ultranza aquellas tierras, no permitiendo el acceso de otra especie homínida diferente a la suya.
Entre 1925 y 1935 se descubrieron en las cuevas de Skhul  y Qafzeh, en Israel, diferentes restos de homínidos que presentaban una suerte de mezcla fisionómica entre los homínidos más arcaicos y los sapiens modernos. Aquellos restos tenían entre 80.000 y 120.000 años y sus dueños, que se habían desarollado en la cultura Musteriense, se habían expandido  hasta el punto más alejado de su origen, tal y como se pensaba.
El hallazgo de estos dientes en China, conlleva así pues, que no solo llegaron hasta territorios israelíes aquellos primeros homínidos procedentes de África, si no que, en aquellas primeras incursiones, mucho antes de las generalizadas hace unos 40.000 años, aquellos homínidos habían logrado alcanzar el continente asiático, aunque fuese de una manera aislada y diseminada. Es lógico pensar que una travesía hacia el Este sería más llevadera climática y ambientalmente que hacia el Norte, donde encontrarían, aquellos humanos, grandes desiertos y estremecedores inviernos.
 
 
Ubicación geográfica y estratigrafía de la cueva de Fuyan / Imagen: Y-J Cai, X-X Yang, X-J Wu

El estudio, trabajo de, entre otros, la arqueóloga de la Universidad de Burgos, María Martinón-Torres y el experto arqueólogo José María Bermúdez de Castro, fue publicado en la revista Nature el pasado 14 de octubre.
Hay, así pues, que reconstruir, de nuevo el mapa del trayecto seguido por los sapiens en su expansión por el mundo, al menos cronológicamente.

Mapa actualizado de las tempranas y las tardías migraciones. Imagen: Nature
 
Y seguir planteándonos cuál fue el motivo de aquella expansión, si fue debida a circunstancias externas o, por el contrario, un desarrollo notable de las capacidades cognitivas apostaban por la búsqueda de un territorio ideal, como si fuera una quimérica caravana de hombres y mujeres siguiendo, quien sabe, leyendas y mitos, en aquellos prehistóricos y lejanos tiempos del pasado.
 
 
 
 

jueves, 8 de octubre de 2015

Nuevo fósil cocodrilo en el Pirineo Catalán


ENÉSIMAS NUEVAS
Alexis Pardillos
Fuente: ICP, Peerj


Recreación de Allodaposuchus Hulki. Imagen: ICP

Hace unos 69 millones de años paseaban, por el Pirineo catalán de Lleida, con sus enormes y pesados cuerpos acorazados, una especie muy singular de cocodrilos que había surgido muy probablemente de estas tierras, y que convivió con diferentes especies de dinosaurios. Es el Allodaposuchus Hulki, identificado recientemente por científicos catalanes.
En el año 2003 se recolectaban los restos de un enorme cocodrilo antiguo en el pueblo de Orcau, en Lleida. Pertenecía al género Allodaposuchus, pero determinadas características en los restos del individuo, varias partes del cráneo, la columna vertebral, la cintura escapular y las extremidades anteriores,  han permitido a los científicos del Institut Catalá de Paleontología Miquel Crusafont (ICP) y de la Universidad de Barcelona (UB), describir el ejemplar como una nueva especie.
El estudio morfológico y el análisis de las estructuras musculares ponen de manifiesto una especie robusta y pesada con unas extremidades igualmente fuertes para sostener dicha cantidad de peso. La especie no arrastraría el cuerpo y lo mantendría separado del suelo. Por ello, la nueva especie ha sido bautizada con el nombre de Allodaposuchus Hulki, en honor al personaje de la Marvel, el Increible Hulk, que no solo era fuerte, sino que además era verde.
El género Allodaposuchus era endémico de Europa y uno de los más habituales durante tiempos del Maastrichtiense, a finales del Cretácico Superior, probablemente originario de la península ibérica, donde se han encontrado, los más completos restos de diferentes especies. De esta época corresponden casi todos los restos hallados del género, distribuidos además, en Europa, principalmente por Francia y Rumanía.
Los orígenes de la existencia de esta especie coinciden con los últimos días de las especies de dinosaurios no aviares, que cohabitaron en el Pirineo con este cocodrilo.
Pero no solo la musculatura hacía de este ser un animal especial. Sendos orificios descubiertos a ambos lados del cráneo, y que parecen ser una suerte de oídos superfinos, comunicados con el interior por multitud de canales en un laberíntico recorrido, no solo debían agudizar aquel acústico sentido, sino que además minimizaban el peso de la cabeza, para no dotar de sobrepeso al ya de por sí vetusto cuerpo del reptil. Ese oído por supuesto que le permitiría detectar antes a sus presas y le facilitaría ampliamente la existencia.
 
 
Partes del cráneo halladas. Imagen: ICP
 
El género Allodaposuchus, según una reclasificación hecha en 2014, estaría emparentado, así pues, con los actuales gaviales, caimanes y cocodrilos, dentro del orden Cocrodilia.
El trabajo, encabezado por el investigador Alejandro Blanco, Paleontólogo del ICP, que identifica a esta nueva especie cocodriliana, ha sido publicado en la revista científica Peerj y representa un conocimiento más profundo de la fauna que se desarrollaba en nuestro continente allá en tiempos del Cretácico.